
En esta montaña tuve la suerte de poder aprovechar una ventana de buen tiempo que duró unas 10 horas. Las vistas aquí son estupendas. Llaman la atención de manera especial el lago Llanquihue, el Volcán Puntiagudo y el Monte Tronador, de los que hice las correspondientes fotos. De todas formas, ninguna foto puede sustituir a la verdadera visión “in situ”. Hay que estar allí, con el frío, la nube amenazando y los 4π estereoradianes de visión para disfrutarla al máximo. Bajé la montaña por su cara Suroeste, en cuya parte alta la pendiente era tan fuerte (yo creo que en algún trozo tenía más de 50 grados) que solo la supervivencia tenía sentido encima de mi tabla. La foto adjunta la eché justo después de bajar, el día 7 de agosto de 2011. Parece ser que antes de ese día nadie había bajado esquiando o haciendo snowboard ese invierno, así que se puede decir que allí estrené la temporada.
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