
No creo que olvide nunca esta montaña porque en ella vi como una avalancha estuvo a punto de tirar a Andrés (amigo y buen esquiador) por un precipicio. Afortunadamente pudo escapar a tiempo de la creciente masa de nieve que iba acelerando, persiguiéndole por la estrecha, inclinada y expuesta pala somital mientras Ricardo (otro amigo y buen esquiador) y yo gritábamos desde la cumbre, intentado evitar el desastre. Esto ocurrió el 9 de abril de 2012, día en el que tuve que pagar ese forfait tan caro de Baqueira para que me diese tiempo a subir también al Tuc de Bacivèr.
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